jueves, 5 de marzo de 2009

POR CRISTINA

QUERIDA FLIA QUERIA PEDIRLES A TODOS QUE RECEMOS POR CRISTINA SEPPI PARA QUE PUEDA LLEVAR CON DIGNIDAD SU ENFERMEDAD Y QUE TODOS Y CADA UNO DE NOSOTROS LE TRANSMITAMOS TODA LA ENERGIA QUE NECESITA EN ESTE MOMENTO. GRACIAS . SUSANA

martes, 3 de marzo de 2009

solo contarles...

Hola queridos... hoy fue un dia fatal en el trabajo.. pero fatal en serio de esos que te hacen renunciar... pero eso no esta en mi vocabulario.. aunque el que no me conoce debe saber que soy puro temperamento afuera, caracter y cierto humor raro.. que dibuja sonrisas por doquier...pero adentro todo pareciera lastimar mas... en realidad no mas.. si no que soy en extremo sensible.. y, lo peor.. la gente me conoce y no lo cree.. doy otra apariencia...
Asi que hoy..aprendi a enderezarme,erguir el pecho, tal cual paloma jajaj me hubieran visto... hubieran visto mi vuelo.. y no solo en mi trabajo...en mi vida...ojala todos pudieran apreciar mi vuelo y solo me dejaran hacerlo.. voy por buen puerto...y si asi no fuere siempre tendre a mi familia como un buen lugar para regresar...

los quiero!!!!
ceci

holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA..COMO ESTAN???????????yo aca por ir a cuidar mi nieto nntomy que en cualquier momento lo ato con una piola jajajajjajaja alejense de sus manos..saca todo...y es rapido lo estan eseñando bien...bueno solos queria saludarlos desearles una hermosa semana y mejor vida......los amoooooooooooooo..y recuerdo siempre

lunes, 2 de marzo de 2009

La tele de los tíos (aproximación narrativa porque no me acuerdo bien)

Para nosotros, la casa de Alberto y Marisa era como ir al campo. Grande, abierta y con un patio verdaderamente enorme. Con mis viejos íbamos regularmente a esa especie de palacio en las afueras de la ciudad. Mientras los adultos charlaban y demás, los pendejos teníamos terreno para desarrollar nuestra actividad preferida: hacer cagadas.
Un día que no me acuerdo de no sé qué año, el almuerzo ya se había transformado en merienda y Horacito y yo, lo admito, ya estábamos medio aburridos. La tertulia llegaba a su final pero la sangre les impedía a los adultos decir adiós, y continuaban divirtiéndose como lo dicta la familia: a los gritos y con mucho vino. Ellos estaban en el comedor, si mal no recuerdo, y nosotros en el living.
No sé si la idea fue urdida por alguno de los dos o simplemente sucedió por los azares del destino, pero lo cierto es que Horacito y yo comenzamos a jugar a las patinadas en el lustrado mosaico de la casa. Íbamos y veníamos, como jugando una carrerita. Y al poco tiempo, ya éramos unos expertos. Corríamos a toda velocidad, esquivábamos los muebles y golpeábamos contra la pared.
La competencia era ya ardua y los players ponían todo de sí para tocar la meta antes que el otro. La excitación golpeaba en nuestros pulmones agitados pero la diversión era demasiado intensa. Incluso, me atrevo a arriesgar que inventamos los X-Games.
Con todo, lo cierto fue que en una carrera, la última, encaramos con energías la pared contigua. Personalmente, aceleré con todas mis fuerzas para hacer el mejor derrape jamás imaginado. En la carrera previa, esquivé un sillón con maestría y me lancé al suelo sobre mi muslo izquierdo realizando una resbaladita que quedaría en los anales de la historia. Temo que no haya habido nadie que calcule la velocidad, pero detrás de mí podía escuchar el sonido de mi propio derrape. Increíble.
En lo mejor de la “resbaladita”, apenas a medio metro de la meta, la mesa que sostenía al televisor se interpuso entre mi camino y el récordmundialsúperhistóricodederesbaladas. El resultado, le pegué un patadón a la mesita y la TV, que mientras se ladeaba para uno y otro lado coqueteó un par de veces con quedarse en su lugar, terminó en el suelo tras un estrepitoso estruendo. “Cagamos -pensé acertadamente- rompí la tele del tío Alberto".
Y así fue, rompí la tele del tío Alberto y la tía Marisa, quienes por suerte se tomaron el accidente con humor y calmaron a mi viejo, que estaba a punto de arrancarme la cabeza porque siempre, pero siempre, lo hacía quedar como el ojete.